Imaginación y montaje

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Acci´´on en el Arco de la Victoria de Moncloa
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Escombros del Arco de Moncloa

El archivo suele ser gris, no sólo por el tiempo que pasa, sino por las cenizas de todo aquello que lo rodeaba y que ha ardido.

Es al descubrir la memoria del fuego en cada hoja que no ha ardido donde tenemos la experiencia –tan bien descrita por Walter Benjamin, él cuyo texto más querido, el que estaba escribiendo cuando se suicidó, sin duda fue quemado por algunos fascistas– de una barbarie documentada en cada documento de la cultura. “La barbarie está escondida en el concepto mismo de cultura”, escribió. Esto es tan cierto que incluso el recíproco es cierto: ¿no deberíamos reconocer, en cada documento de la barbarie algo así como un documento de la cultura que muestra no la historia propiamente dicha, sino una posibilidad de arqueología crítica y dialéctica?

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No se puede hacer una historia “simple” de la partitura de Beethoven encontrada en Auschwitz cerca de una lista de músicos destinados a ejecutar la Sinfonía nº 5 antes de ser ellos mismos, algo más tarde, ejecutados por sus verdugos melómanos.

Un tal Schmidt, fabricante de pianos de Estrasburgo, construyó la primera guillotina.

Libro de los pasajes, pág. 833

Autopsicografía

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«A medida que avanzaba aprendía más sobre mi propio cuerpo que sobre la superficie del muro. Era como caminar en mi piel y caminar en la piel del espacio.» G. Penone, La imagen del tacto, op. cit., p. 4.

G, Penone [1984], citado en G. Celant, Giuseppe Penone, op. cit., p. 156: «Lo mismo que el cerebro que tiene necesidad de espacio, incapaz como es de imaginarse en su espacio real, con mayor razón el hombre se siente oprimido en los espacios que tienen techos bajos. Es que la idea misma del pensamiento, y de la propagación del pensamiento, reclama un techo cóncavo. Sin duda, esta es la razón por la cual, en el pasado, la escultura figurativa se colocaba bajo arcos, en nichos, en el fondo de las ábsides.»

«Es un verdadero paisaje, con depresiones, lechos de quebradas y ríos, montañas, mesetas, un relieve parecido a la corteza terrestre. El paisaje que nos rodea, lo poseemos al interior de esta caja de proyección. Es el paisaje dentro del cual pensamos, el paisaje que nos envuelve, un paisaje para recorrer, para conocer.» Id., La imagen del tacto. op. cit., p. 7.

«Penone no se ha contentado con el proceso de frottage: recientemente ha tomado el molde de un cráneo y, tomando el molde del molde, desarrollando y repitiendo muchas veces la operación, ha terminado por formar una especie de enorme cebolla donde se superponen las gangas, las «pieles» virtuales del cráneo en metamorfosis. Se piensa en un iglú de yeso – es una habitación en todo caso. Es un lugar por excelencia, que nos enseña lo que «umbral» o «habitación» quieren decir: sería habitación no el sitio dentro de lo cual habitamos, sino lo que nos habita y nos incorpora a un tiempo.»  G. Didi-Huberman, Ser cráneo: lugar, contacto, pensamiento, escultura.

 

Por una cultura libre

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LA LUCHA QUE se libra ahora mismo se centra en dos ideas: «piratería» y «propiedad».
El método que sigo no es el habitual en un profesor universitario. No quiero sumergirte en un argumento complejo, reforzado por referencias a oscuros teóricos franceses —por muy natural que eso se haya vuelto para la clase de bichos raros en la que nos hemos convertido. En cada parte, más bien, comienzo con una colección de historias que dibujan el contexto dentro del cual se pueden comprender mejor estas ideas aparentemente sencillas.

EL DIECISIETE DE SEPTIEMBRE de 1903, en una playa de Carolina del Norte azotada por el viento, durante casi cien segundos, los hermanos Wright demostraron que un vehículo autopropulsado más pesado que el aire podía volar.
En la época en la que los hermanos Wright inventaron el aeroplano, las leyes estadounidenses mantenían que el dueño de una propiedad poseía presuntamente no sólo la superficie de sus tierras, sino todo lo que había por debajo hasta el centro de la tierra y todo el espacio por encima, en «una extensión indefinida hacia arriba». Durante muchos años, los estudiosos se habían roto la cabeza intentando entender la idea de que los derechos sobre la tierra llegaban a los cielos. ¿Quería eso decir que eras dueño de las estrellas? ¿Podías procesar a los gansos por allanamiento premeditado y repetido?

Habitar la elipse VII

 

 

 

 

 

 

 

Caja-estuche de madera con apuntes, objetos y dossier del proyecto.
  • Dossier online:

 

  • Piezas audiovisuales compuestas por fotografías, videos y audios grabados durante el viaje (en el bus, en el metro de Madrid y en los lugares de “exploración”).
En “demolición de fábrica de vidrio”, el paisaje sonoro se conforma a través de sonido ambiente del lugar en cuestión y de un fragmento de audio de la película Medea (1969) de Pier Paolo Pasolini.
Un fragmento de La Strada (1954) de Federico Fellini también puede apreciarse en “la casa de la Toscana al final de un camino de cipreses”.

Todas las obras enmarcadas en el proyecto Habitar la elipse se distribuyen bajo una Licencia Creative Common Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

 

 

 en el corazón de la cotidianidad todo cambia 
 (enlace)

 

 

demolición de fábrica de vidrio 
 (enlace)

 

la casa del poeta está hecha de imágenes

 

Cosmo-Matta Clark

 

espacio disponible

 

el hombre es el ser entreabierto
 

 

la casa de la Toscana al final de un camino de cipreses
 

 

la noche no cae sobre el mar

(enlace)

 
La noche no cae sobre el mar. Por el contrario, sube desde el fondo de las aguas, que un sol ya ahogado ennegrece poco a poco con sus espesas cenizas, hacia el cielo todavía pálido. Durante un breve instante, Venus permanece solitaria por encima de las ondas negras. Y en un cerrar y abrir de ojos, las estrellas pululan en la noche líquida. 
Albert Camus, El Verano, capítulo El mar, aún más cerca: Diario de a bordo.

Habitar la elipse VI

 

 Flipbook con notas y apuntes tomados en el autobús
 
 

“El cronotopo (literalmente, tiempo espacio) es la conexión intrínseca de las relaciones temporales y espaciales que se expresa artísticamente en una novela. Este término, introducido como parte de la Teoría de la Relatividad de Einstein, se ha incorporado a la literatura y al análisis de textos. Expresa la inseparabilidad del tiempo y del espacio (el tiempo como cuarta dimensión del espacio) y constituye la columna vertebral de cualquier narración. El cronotopo es el lugar en que los nudos de la narración se atan y se desatan. Puede decirse sin ambages que a ellos pertenece el sentido que da forma a la narración. El tiempo se vuelve efectivamente palpable y visible; el cronotopo hace que los eventos narrativos se concreticen, los encarna, hace que la sangre corra por sus venas.”

“El concepto de cronotopo se puede extender más allá de la literatura, pues existen cronotopos de la vida real, es un elemento fundamental de la vida social. El presente, y sobre todo el pasado, son enriquecidos a expensas del futuro. El cronotopo puede representarse como un camino que integra perfectamente el tiempo y el espacio en una sola línea continua. El camino implica un recorrido, y ese recorrido es tan lineal como él mismo: se parte de un extremo del camino (el inicio) para llegar a otro (la
meta). La fuga al futuro.”
Traducción de Mijail Bajtin, “Forms of Time and of the Chronotope in the Novel. Notes towards a Historical Poetics”, en “The Dialogical Imagination. Four Essays by M. M. Bakhtin,” University of Texas Press, pp. 84-258 (1981). Traducción de Federico Navarrete Linares, “Diálogo con M. Bajtin sobre el cronotopo.”
Los kwakiutl creen que un poste de cobre atraviesa los tres niveles cósmicos (el Mundo
subterráneo, la Tierra y el Cielo): allí donde penetra en el Cielo se encuentra la «Puerta del Mundo de arriba». La imagen visible de este Pilar cósmico es, en el Cielo, la Vía Láctea. Pero esta obra de los dioses que es el Universo la recogen e imitan los hombres a su escala. El Axis mundi que se ve en el Cielo, bajo la forma de la Vía Láctea, se hace presente en la casa cultual bajo la forma de un poste sagrado. Es éste un tronco de cedro de diez a doce metros de longitud, más de cuya mitad sobresale de la casa cultual. El papel que desempeña en las ceremonias es capital: el de conferir una estructura cósmica a la casa. En los cánticos rituales se la llama «nuestro mundo» y los candidatos a la iniciación que habitan en ella, proclaman: «Estoy en el Centro del Mundo…, estoy junto al Pilar del Mundo, etc.»
(Eliade, Mircea. Lo sagrado y lo profano)

 

 

conclusiones 
¿Cuánto tiempo pasamos mirando sin ver?
A veces cerrando los ojos se ve mejor
Un parpadeo necesario para mirar, 
¿y para ver?
¿Cómo sacar conclusiones de un trabajo
inconcluso, inacabable? Escribir en el autobús en movimiento, capturando
pensamientos veloces, fugaces. Grabar, fotografiar, dibujar para congelar algo
que ya se ha ido. Memoria fragmentaria, (des)hecha, imaginada.
Abróchese el cinturón de seguridad
Fasten seat belt
Apertura de emergencia
Mudanzas portes
16:13
26 grados
STOP
90T2
Aprender a mirar para ver.
Sorprender(se con)
lo cotidiano.
Micropolítica, microfenomenología, microcosmos, microacción…
hacerse micro para aprehender
(nos).
Escapar de la rutina en la rutina. Huir hacia
adentro. 

 

Copiar y caminar

La fuerza de una carretera varía según se la recorra a pie o se la sobrevuele en aeroplano. Así también, la fuerza de un texto varía según sea leído o copiado. Quien vuela, sólo ve cómo la carretera va deslizándose por el paisaje y se desdevana ante sus ojos siguiendo las mismas leyes del terreno circundante. Tan sólo quien recorre a pie una carretera advierte su dominio y descubre cómo en ese mismo terreno, que para el aviador no es más que una llanura desplegada, la carretera, en cada una de sus curvas, va ordenando el despliegue de lejanías, miradores, calveros y perspectivas como la voz de mando de un oficial hace salir a los soldados de sus filas. Del mismo modo, sólo el texto copiado puede dar órdenes al alma de quien lo está trabajando, mientras que el simple lector jamás conocerá, los nuevos paisajes que, dentro de él, va convocando el texto, esa carretera que atraviesa su cada vez más densa selva interior: porque el lector obedece al movimiento de su Yo en el libre espacio aéreo del ensueño, mientras que el copista deja que el texto le dé órdenes. De ahí que la costumbre china de copiar libros fuera una garantía incomparable de cultura literaria, y la copia, una clave para penetrar en los enigmas de la China.
Walter Benjamin, Dirección única, capítulo Porcelana china