Bowie y el pájaro azul

David Bowie, como siempre a su artística y peculiar manera, ya nos avisó con su último álbum Blackstar de lo que iba a suceder, haciendo de la vida, sobre todo de la enfermedad y la muerte, temas centrales de sus últimas canciones. Así, a los 69 años, el pájaro azul (referencia a un poema de Bukowski) como menciona en la letra de esta canción, al fin ha volado libre…
There’s a bluebird in my heart that
wants to get out
but I’m too tough for him,
I say, stay in there, I’m not going
to let anybody see
you.
there’s a bluebird in my heart that
wants to get out
but I pour whiskey on him and inhale
cigarette smoke
and the whores and the bartenders
and the grocery clerks
never know that
he’s
in there.

there’s a bluebird in my heart that
wants to get out
but I’m too tough for him,
I say,
stay down, do you want to mess
me up?
you want to screw up the
works?
you want to blow my book sales in
Europe?
there’s a bluebird in my heart that
wants to get out
but I’m too clever, I only let him out
at night sometimes
when everybody’s asleep.
I say, I know that you’re there,
so don’t be
sad.
then I put him back,
but he’s singing a little
in there, I haven’t quite let him
die
and we sleep together like
that
with our
secret pact
and it’s nice enough to
make a man
weep, but I don’t
weep, do
you? 

Le droit à la paresse

El derecho a la pereza es un ensayo habitualmente considerado utópico del autor francocubano Paul Lafargue, su primer trabajo teórico, redactado en Inglaterra en 1880 para su primera publicación en el diario L’Egalité y posteriormente, como folleto 1883.
En la obra, Lafargue realiza una critica marxista del sistema económico nacido del capitalismo, cuyo desarrollo, concluye, desembocaría en una crisis de superproducción, causa de paro y miseria entre la clase trabajadora. Ensalzando el ocio, Lafargue propone la revolución social y la consagración de nuestro tiempo personal a las ciencias, el arte y la satisfacción de las
necesidades espirituales. (Fuente)
“Una extraña pasión invade a las clases obreras de los países en que reina la civilización capitalista: una pasión que en la sociedad moderna tiene por consecuencia las miserias individuales y sociales que desde hace dos siglos torturan a la triste Humanidad. Esa pasión es el amor al trabajo, el furibundo frenesí del trabajo, llevado hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su progenitura. En vez de reaccionar contra esa aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacrosantificado el trabajo. Hombres ciegos y de limitada inteligencia han querido ser más sabios que su Dios; seres débiles y detestables, han pretendido rehabilitar lo que su Dios ha maldecido. Yo, que afirmo no ser cristiano, ni economista, ni moralista, hago apelación frente a su juicio al de su Dios, frente a las prescripciones de su moral religiosa, económica o librepensadora, a las espantosas consecuencias del trabajo en la sociedad capitalista.”      [Lafargue, 1980, 117]
Según Lafargue, el sermón de la montaña de Cristo es uno de los pri- meros manifiestos a favor de la pereza: “Contemplad cómo crecen los lirios de los campos; ellos no trabajan, ni hilan, y sin embargo, yo os lo digo, Salomón, en toda su gloria, no estuvo más espléndidamente vestido” (Evangelio según San Mateo, capítulo VI, 28). Jehová mismo, aquel “Dios barbudo y áspero” dio a sus adoradores el supremo ejemplo de la pereza ideal: “Después de seis días de trabajo se entregó al reposo por toda la eternidad” (Lafargue, 1980, 120).
Javier Krahe regalaba con su último disco "Las diez de últimas", este mismo libro...

¿Por qué yo soy yo y no soy tú?

Cuando el niño era niño,
era el tiempo de estas preguntas:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde acaba el espacio?
¿Es la vida bajo el sol tan sólo un sueño?
¿Es lo que veo y oigo y huelo,
sólo una ilusión de un mundo antes del mundo?
Vistas las acciones del Mal y de la gente,
¿existe realmente la maldad?
¿Cómo es posible que yo, que soy quien soy,
no haya sido antes de existir
y que algún día yo, que soy quien soy,
deje ya de ser quien soy?

Con este poema de Peter Handke se abre la película Cielo sobre Berlín (1987) de Wim Wenders. “La película, rodada por Henri Alekan, que trabajó con Jean Cocteau en
La Belle et la Bête, muestra el punto de vista de los ángeles en color
sepia y pasa a color para mostrar el punto de vista de los humanos.
Durante la película, Wenders y Alekan usaron unas medias de seda de la
abuela del último como filtro para las secuencias monocromas.” (Fuente)