Corps-sans-organes

Afueras de París desde el tren. Octubre, 2016.
Afueras de París desde el tren. Octubre, 2016. // Peripheral areas of Paris. Photos taken from a train. October, 2016.

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CLASS TEN

BUILDING A VOCABULARY OF ACTIONS

 

In an action you must know what you do, where you do it, when you do it, and why you do it. But you don’t know how you do it. The how is spontaneous and unexpected.

An action can be broken up into steps or “beats.” (The expression beats, by the way, isn’t a musical reference. We began calling steps “beats” because members of the Moscow Art Theatre, in discussing their techniques with American actors some years ago, couldn’t pronounce “bits.”)

As an action, “to escape” is to run away from a troubling thought or image, or to run away from danger, but wherever you run you see the danger, take it in and run away from it, like confronting your own image in a chamber of mirrors again and again and never finding an exit. Going from danger to danger is the action “to escape.” It’s the action of Hamlet, Ophelia and Macbeth. The dramatic anatomy of escape is there’s no escape.

The end of the action determines the action and makes it strong or weak.

El centro era un mosaico

Antonin Artaud en el papel de Marat en la película de Abel Gance “Napoleón”, 1927.
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Detalle de La muerte de Marat, óleo sobre tela, 1793, Jacques-Louis David. Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica.
Película restaurada en 1981 por Francis Ford Coppola.
 
Detalle de La muerte de Marat.
Detalle de La muerte de Marat.

(…)

Todas estas páginas se arrastran en el espíritu como témpanos. Perdón por mi total libertad. Me niego a hacer diferencias entre cada minuto de mí mismo. No acepto el espíritu planeado.

Es preciso acabar con el Espíritu como con la literatura. Quiero decir que el Espíritu y la vida se encuentran en todos los grados.
Yo quisiera hacer un libro que altere a los hombres, que sea como una puerta abierta que los lleve a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir, una puerta simplemente ligada con la realidad.
Y esto no es el prefacio de un libro, como tampoco lo son los poemas que lo indican en la lista de todas las furias del malestar.

Esto no es más que un témpano atragantado. Una gran pasión razonadora y superpoblada arrastraba a mi yo como un puro abismo. Resoplaba un viento carnal y sonoro, y el azufre también era denso. Y pequeñas raíces diminutas llenaban ese viento como un enjambre de venas y su entrelazamiento fulguraba. El espacio sin forma penetrable era calculable y crujiente. Y el centro era un mosaico de trozos como una especie de rígido martillo cósmico, de una pesadez deformada y que sin parar cae como un muro en el espacio con un estruendo destilado. Y la cubierta algodonosa del estruendo tenia la opción obtusa y una viva mirada que lo penetraba. Sí, el espacio entregaba su puro algodón mental donde ningún pensamiento era todavía claro ni devolvía su descarga de objetos. Pero paulatinamente la masa dio vueltas como una náusea potente y fangosa, una especie de fuerte flujo de sangre vegetal y detonante. Y las ínfimas raíces trémulas en el filo de mi ojo mental se arrancaban de la masa erizada del viento a una velocidad vertiginosa. Y todo el espacio como un sexo saqueado por el vacío ardiente del cielo, se estremeció. Y algo como un pico de paloma real socavó la masa turbada de los estados, todo el pensamiento más hondo se diversificaba, se disipaba, se volvía claro y reducido.

Fragmento de “L’Ombilic des limbes” de Antonin Artaud

Detalle de La muerte de Marat.
Detalle de La muerte de Marat.

L’Ombilic des limbes

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Bruselas, (octubre 2016)
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Museos reales de Bellas Artes de Bélgica

(…)
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.

Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.

Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.

Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.

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Madrid, 2013