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Viajar ………………. ¿Los desplazamientos rutinarios/cotidianos son viajes?
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Movimiento ……….¿Pensamiento nómada?
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No-lugar ………….. ¿Las carreteras?
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Paisaje ……….…. ¿Territorio, espacio, naturaleza, construcción cultural?
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Mirada …………… ¿Identidad/cuerpo tecnosocial?
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Ubicuidad ……….. ¿Internet/pantallas/cuerpo conectado/postcuerpo?
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Deriva … ………… ¿Espacial, virtual, identitaria-liminar?
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Periferia ……….….¿Marginalidad, antiestructura, liminalidad?
De esta forma, al carácter espacio-temporal implícito de la deriva se le yuxtapone finalmente una suerte de deriva personal, de ruina identitaria en constante cambio, una deconstrucción del Yo y sus reflejos que, al margen de toda introspección, es analizada a través de la observación de los fenómenos tratados como cosas, datos independientes del sujeto que conoce, participa y observa.
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Observación
activa del paisaje a través de la ventanilla del bus durante cuatro
meses aproximadamente, tomando notas y apuntes in situ.
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Visionado
online, a modo de deriva virtual, de ese mismo recorrido mediante
aplicaciones de mapas en la web privados (Google Maps) y públicos
(OpenStreetMap).
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Recolección de datos del territorio en forma de trazas (ficheros en formato gpx que el navegador GPS almacena sobre la ruta) con la aplicación de móvil OSMTracker para Android.
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(Re)descubrimiento físico de fragmentos del paisaje, esto es, explorar a pie el territorio (marginal) adyacente a la carretera.
Observamos en la sociedad indicios de comportamiento peregrino, o similar, en este caso los desplazamientos diarios por la autovía E-90/N-II que, recordando la metáfora con la que Victor y Edith Turner se refieren a la peregrinación, constituyen caminos representados no ya por una línea entre un origen y un destino, sino por la figura de una elipse, donde se evidencia un camino de vuelta. El peregrinaje religioso libera, en cierta forma, al individuo de las restricciones obligatorias y diarias de su estatus y su rol, de la estructura social que todo lo simplifica y homogeneiza. Así como lo extrae de un tipo de tiempo a otro. Y es el tiempo el que trae y consolida la estructura. Pero existe otro entre la transición de estructura a estructura en los ritos de paso. Un intersticio abierto a nuevas posibilidades: la liminalidad, el escenario óptimo de las relaciones de communitas generadas espontáneamente entre seres humanos despojados de atributos estructurales, creando lo que podría llamarse antiestructura.
Podríamos, por tanto, hallar fenómenos liminales con rasgos antiestructurales quizás en ámbitos seculares, más allá del concepto de rito de paso de Van Gennep. En la literatura, tal y como apunta Victor Turner en “The Center out There: Pilgrim’s Goal”, 1973 History of Religions, en los numerosos cuentos de “búsqueda” o “caminatas”, en los que el héroe o la heroína emprende una larga jornada para averiguar quién es realmente por fuera de la estructura. (2001: Odisea en el espacio tiene algo de este carácter peregrino, con una “piedra negra” al estilo Kaaba en el espacio exterior, cerca de Júpiter, el más grande de los planetas periféricos).
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