Contra la ROCAMA Y SEXO Y VIDA. (Aproximación dadaísta a la habitación-habitáculo)

Fragmento de poema experimental en relación a la habitación, (cadáver exquisito).
¿Qué es una habitación? ¿Qué identifica una habitación como propia? ¿Habitar un espacio es apropiárselo? ¿Cómo y cuándo un espacio cualquiera llega a ser tu propia habitación?
Habitación como acto de habitar. Habitar como sinónimo de vivir. ¿La habitación como el hábito de habitar?

 

El hábito no hace al monje mas, ¿sí a la habitación?

 

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Si pensamos en el ser humano y en el espacio, podremos observar cómo su historia se entrelaza desde su génesis, en la húmeda y cálida oscuridad del espacio primigenio: bien podría considerarse el vientre materno nuestra habitación primera, de la que finalmente somos transterrados a una vida de lugares afilados, angulosos, geométricos, horriblemente cuadrados (1).

 

Remirando nuestra relación con el espacio, como toda gran historia de amor, cuenta con sus más y sus menos, sus tira y afloja… es decir, observamos una situación compleja de dominación y sumisión cuya tensión se manifiesta de muy diversas formas, especialmente camuflada en aquello que resulta menos merecedor de nuestro cuestionamiento, dada su cotidianidad y/o universalidad.

 

Así, tanto en las problemáticas medioambientales que azotan nuestro planeta, (ese espacio continente de todos los espacios que habitamos y que, en cierta forma, nos habitan), como en las actividades más ordinarias que definen nuestro día a día (dormir, comer, desplazarnos en transporte público, etc.), intuimos esas relaciones de poder que limitan nuestro vivir.

Podríamos trazar un plano no geográfico, sino geométrico de aquellos lugares donde hemos dormido, representándolos mediante su forma más elemental, vista desde arriba. El resultado sería una superposición de paralelogramos más o menos rectángulos, con la excepción sólo de un pequeño círculo: la abstracción de la circunferencia del vientre materno. Pareciera una suerte de cuadratura (2) humana, un círculo y un cuadrado que nos delimitan (3) en múltiples sentidos.

 

 

Resulta así, cuanto menos llamativo que, desde nuestro alumbramiento, la vida ordinaria se nos presente tan vinculada al espacio cuboide o, generalmente, a los paralelepípedos rectangulares. ¿Acaso pudiera ser que dicho cuerpo geométrico fuera la representación racional más eficiente para el desarrollo vital del hombre civilizado?
Cuesta imaginar una celda sin esquinas donde refugiarse, o un dormitorio de planta circular con una cama redonda, sin espejos en el techo, ni porno en una televisión cuya pantalla no fuera rectangular, ni cuadrada. Nuestra mente parece haberse acostumbrado tanto a esto que bien podría resultar ser cuadriculada también.

 

(1)LA HABITACIÓN. ESPECIES DE ESPACIOS. Pequeño pensamiento plácido nº 1. Cualquier propietario de un gato dirá con razón que los gatos viven en las casas mucho mejor que los hombres. Incluso en los espacios más horriblemente cuadrados, saben encontrar los rincones propios.
(2)LA CUADRATURA DEL CÍRCULO: Lindemann demostró que pi es un número trascendente, hecho que implica que la cuadratura del círculo es una construcción imposible utilizando solamente una regla y un compás con las normas para construcciones marcadas en la antigua Grecia (fuente) (fuente)
(3)LEONARDO DA VINCI Y LA CUADRATURA HUMANA (fuente)
MEMORIA DEL PROYECTO:

 

Una habitación propia (1929)

Nadie podría exponer el asunto más claramente. «El poeta pobre no tiene hoy día, ni ha tenido durante los últimos doscientos años, la menor oportunidad… En Inglaterra un niño pobre no tiene más esperanzas que un esclavo ateniense de lograr esta libertad intelectual de la que nacen las grandes obras literarias.» Exactamente. La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia. Sin embargo, gracias a los esfuerzos de estas mujeres desconocidas del pasado, de estas mujeres de las que desearía que supiéramos más cosas, gracias, por una curiosa ironía, a dos guerras, la de Crimea, que dejó salir a Florence Nightingale de su salón, y la Primera Guerra Mundial, que le abrió las puertas a la mujer corriente unos sesenta años más tarde, estos males están en vías de ser enmendados. Si no, no estaríais aquí esta noche y vuestras posibilidades de ganar quinientas libras al año, aunque desgraciadamente, siento decirlo, siguen siendo precarias, serían ínfimas. (Páginas 77-78)