dog woman

Paula Rego, Dog Woman, 1994. Pastel on canvas 120 x 160 cm. Inspired by a story a friend had written for her, Paula Rego draws her Dog Woman in pastels, referencing the raw physicality of Degas’ drawings. “To be a dog woman is not necessarily to be downtrodden; that has very little to do with it,” She explained, “In these pictures every woman’s a dog woman, not downtrodden, but powerful. To be bestial is good. It’s physical. Eating, snarling, all activities to do with sensation are positive. To picture a woman as a dog is utterly believable.”

“Aihwa Ong aporta un análisis etnográfico de la posesión por espíritus entre mujeres jóvenes malayas que trabajan en plantas de montaje electrónico. El tema central se refleja en el papel de la posesión por espíritus como respuesta a la introducción de relaciones capitalistas en su modo de vida. Ong busca el origen en el colonialismo, en la creación de un campesinado «malayo», su experiencia anterior en la producción de mercancías y explora el carácter cambiante de la vida en las aldeas dentro de un Estado malayo moderno. Surge un grupo de mujeres jóvenes que se ven obligadas a buscar un trabajo asalariado fuera de la casa; un trabajo que les ayude a incrementar su independencia pero también les ofrece la experiencia de ser despreciadas en su casa y en su aldea. La esfera económica se encontraba incrustada en otras instituciones como el parentesco, la vida doméstica o la organización social. Las jóvenes malayas, antes del dominio colonial, se sentían seguras en el modo de vida en las aldeas (consagrada a la pesca o a la venta de cosechas) hasta que abandonaran la aldea al casarse. Esto comenzó a cambiar a principios de los años 70. El Estado permitió el asentamiento de empresas multinacionales en el país. Estas empresas querían empleadas jóvenes, solteras y de las aldeas. Se usaba a las empleadas como meros «instrumentos de trabajo». Las mujeres abandonaron su entorno campesino y perdieron su protección. Esta ambigüedad atraía a los espíritus. Existía además una desigualdad social entre estas célibes forzosas y los hombres, quienes estudiaban e intentarían encontrar trabajos «de cuello blanco» y entrarían en un buen circuito matrimonial. Otras jóvenes se quedarían en las aldeas, lo que reforzaría las desigualdades. La posesión por espíritus se contempla como una expresión de reivindicación de justicia en una situación de desarraigo, desigualdad social y de género. Estas posesiones se asocian a formas de expresar conflictos y tensiones en sociedades «tradicionales» campesinas.

El chamanismo y los cultos de posesión por los espíritus pueden ser considerados como «religiones de los oprimidos». Los cultos de posesión pueden ser vistos como «cultos de protesta» que posibilitan que los individuos que carecen de influencia política – en especial las mujeres – formulen sus intereses y mejoren su suerte desde los estrechos márgenes de la posición que les ha tocado en la sociedad. Los factores que explican por qué pueblos como los akawaio y los evenki tienen cultos de posesión incluyen la existencia de abrumadoras presiones físicas y sociales. De manera que los cultos extáticos son formas de expresión religiosa que implican la existencia de presiones agudas.

En muchos pueblos subyugados bajo el poder del colonialismo, las posesiones espirituales, los ritos de curación y el chamanismo forman parte de sus creencias más arraigadas. Y es que, según Francisco Ferrándiz, las venas de estos pueblos siguen abiertas derramando sangre. Una sangre que no sólo se vierte en los rituales, sino también en sus vidas cotidianas desde hace décadas. El vehículo utilizado para ello es el cuerpo. Un cuerpo político sobre el que se ejerce presión, al que se doblega, un cuerpo esclavizado. Un cuerpo además social que sirve para recibir y mostrar las heridas producto de ese sometimiento, las marcas y rastros de sufrimiento y dolor, las escarificaciones y cicatrices que hablan socialmente de la memoria corpórea de la esclavitud, del desarraigo y de la falta de perspectivas laborales. En otros casos como el de Ong, no hay sangre, pero hay manifestaciones de posesión espiritual en la planta de producción de las fábricas en Malasia. Manifestaciones que suponen una protesta y una forma de resistencia a un modo de vida esclavizador invasor y opuesto al tradicional. Estas esclavas del siglo XXI encuentran en estas manifestaciones una reivindicación de sus derechos y de su libertad.” Susana Callizo Fernández

Ong, Aihwa – Spirits of Res… by Cecilia on Scribd